miércoles, 26 de agosto de 2009

Amor, ¡Amargo Amor!



Amor, ¡amargo amor! Llamas de nuevo
en este corazón q ayer fue tuyo;
mas contra ti, como coraza llevo
la luciente armadura de mi orgullo.

Quise darte mi sangre, gota a gota;
vivir, soñar y combatir por ellla;
y me azotó, como el señor azota
al perro humilde q lamió su huella.

Alcé entonces del polvo mi cabeza.
La dejé q siguiera su camino;
y abriendo mi valija de tristeza
me puse a traficar con el destino.

Marqué alegrías y pagué dolores
en el amparo de propicia sombra;
y allí, bajo los pies de otros amores,
tendí mi juventud con una alfombra.

Hoy, cuando ya quemé todo mi incienso
y no hay en mi heredad rosas ni espinas,
déjame a solas con mi tedio inmenso;
Amor, ¡amargo amor!, no me persigas.

No me arrebates la quietud inerte,
la trágica quietud en q yo vivo.
Quiero seguir viajando hacia la muerte,
lloroso y taciturno, pero altivo.

-Francisco Rodríguez Moya-


0 comentarios:

Publicar un comentario